
Se va la tarde de otro día cualquiera.
Con disimulo parece caer el sol hasta desaparecer por el horizonte que hoy, para mí, dibujan las quebradas montañas palentinas, testigos majestuosos de una jornada que va diciendo adiós. Espigüete, Curavacas, Peña Redonda… lo son y espero, sigan siéndolo, de innumerables historias cinegéticas desde sus altaneras cimas.

De lleno en el celo del corzo
Pero el tiempo no se detiene y nos ha metido de lleno en el celo del corzo. Hace una semana (17 de julio) que mi amigo Jorge me envió un par de vídeos de claro celo en su Cataluña natal. Y hoy mismo he recibido otro de Raúl mostrando las habilidades de su hija ¡de tres años! tocando el chiflo por León. Al compás que le marcaba el padre ha metido un macho a menos de diez metros de donde se encontraban. ¡Genio y figura! Futuro cinegético prometedor y me atrevo a afirmar que asegurado. Y es que en menos que canta un gallo se cultiva la afición de hasta el más pequeño, aunque esta mocita, sume ya unas cuantas jornadas sobre los hombros de su progenitor en el campo.
La caza crea vínculos invisibles pero palpables e imperecederos entre alumnos y tutores
La caza crea vínculos invisibles pero palpables e imperecederos entre alumnos y tutores. Uniendo, fijando hasta las relaciones de una vida de la manera más natural, con la paciencia de lo amasado en un lebrillo. A la vieja usanza, conviviendo, herrando y corrigiendo, sufriendo gratamente con el esfuerzo. Disfrutando la proximidad del maestro y de la compaña, que es tanto como decir del paisaje y el paisanaje. Del taco sentados sobre una piedra o del plato sobre la mesa. De la copa de vino como de la bota. De la precariedad elegida, lejos del rutinario confort cotidiano… De lo que no se explicaba, porque había temas que no requerían de más, pues todo quedaba dicho con una simple mirada.
Son esas cosas que parecieran menores pero que tienen suficiente calado como para alumbrar futuros cazadores
Desarrollar los instintos, aprender a desenvolverse, vivir nuevas experiencias, crecer… Son esas cosas que parecieran menores pero que tienen suficiente calado como para alumbrar futuros cazadores y dar algo de luz al porvenir.
La caza tiene todo esto y mucho más. Y esta sociedad que tanto la denuesta podría tomar algún ejemplo, tan necesitada como anda de sentido común.
Se va apagando la tarde, pero aún queda la noche para seguir soñando.
En tiempos de cordura; texto y fotografías: Ángel Luis Casado Molina
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