
Me pongo, en sentido figurado el chitón griego, la túnica griega, para escribir sobre el alfabeto clásico de esta lengua muerta.
Lejos en el tiempo están los cursos de bachillerato, cuando nos enseñaron los rudimentos de esta clásica y culta lengua.
Alfa, el inicio
Alfa el inicio de toda las cosas con su simbología cristiana, ha derivado en nuestro mundo moderno por ser adoptado para denominar en el mundo de los primates al líder del grupo familiar, el macho alfa, que de modo chusco y peyorativo es adjudicado en España a un ridículo y trasnochado dirigente político de breve biografía.
Omega, el fin, y la finca donde el autor cazó el bleshbuck récord del mundo
Omega es el fin, la última letra. Recuerdo que con este nombre se identificaba una preciosa finca de North West Province de Sudáfrica, donde, sin mérito alguno por mi parte, conseguí el récord del mundo de antílope bleshbuck.
Esta finca quebrada y con una plataforma llana en su parte más alta, estaba no muy lejos de todos los sitios, de Johannesburgo, del Parque Nacional de Madikwe, de Hartebeest Port, de la frontera con Botswana, de Sun City, y durante un tiempo alimentó la idea de instalarme allí.
Al final me decidí por Paoland que está cerca de muchas más y muy interesantes opciones turísticas.
Omega y ómicron
El alfabeto griego tiene dos oes, con diferente fonética, la O grande es la O MEGA, claro está que ‘mega’ significa grande. La otra o es la O MICRON, es la O pequeña, ‘micro’, significa pequeño.
Los vocablos griegos mega y micro son en la actualidad muy usados en el nuevo, y actual, vocabulario técnico/popular/informático/teleco.
Por tanto tenían los griegos antiguos dos oes con diferente pronunciación, como nosotros tenemos dos letras que se pronunciaban de modo distinto, aunque ahora no se diferencian en el habla, como son la b y la v, y parece que solo sirven para que malvados catedráticos suspendan a pobres chavales que apenas han estudiado, por motivos políticos, la rica lengua castellana, que solo la hablan más de 600 millones de personas.
La nueva variante del terrible COVID-19 la han denominado ómicron, por turno de letras, como nos tocó el nombre de Filomena para designar a la tormenta de nieve que puso a España patas para arriba hace unos meses.
Ómicron ha puesto patas ‘parriba‘ al mundo de la caza
Ómicron ha puesto patas ‘parriba‘ al mundo de la caza al cerrar el cono meridional africano, y tal vez el 40 % de los destinos de caza de todo el mundo al sumar a Sudáfrica, Namibia, Botswana, Zimbabwe y Mozambique, y casi el 100 % de los permisos anuales de caza de elefante.
Todos los países ricos occidentales, los viveros de los cazadores internacionales, han dado cerrojazo al cono sur africano.
Descubrir y poner en marcha una vacuna eficaz y probada contra esta nueva cepa se retrasará, siendo muy indulgentes y optimistas, cien días; esto significa, en primer lugar, que las convenciones de caza del Norte de América que empiezan a primeros de enero, se van a ver privadas de la asistencia de las compañías de caza de estos destinos, no solo son cientos de estands menos, sino también miles de visitantes que no acudirán al no considerar tan atractiva su presencia ante la ausencia de esas ofertas.
Un ‘mega’ terremoto para el mundo de la caza
La ‘o micro’ va a causar un ‘mega’ terremoto en el mundo de la caza, un nuevo desastre, que haciendo un mal chiste fácil, y sin gracia, como en la Palma, habrá muchos organizadores que la Palman.
Para muchos la ómicron va a devenir en omega, en el punto final.