Una temporada más que no ha sido especialmente brillante
El título de esta reflexión tiene su aquel, puesto que en los últimos tiempos en vez de sumar hemos restado y tuvimos ‘temporadas de menos’.
No es que 2022 haya sido especialmente brillante, no ha ocurrido así, pero al menos lo ha sido.
Han pasado muchos años, tantos que en la actualidad apenas peinamos canas, y casi no hay suficiente pelo para que el peine cumpla su función y con algo se entretenga.
Mirar para atrás no vale para nada, las tantas antiguas batallas que ganamos, han quedado en lo que son, viejas historias.
El futuro, sin poner puertas al campo, se presenta cortito, pero habrá que estirarlo como la goma de mascar, hasta que quiebre, y ni podamos ir a Botswana, Tanzania, Zambia, perdernos en Alaska o Canadá, visitar los bosques europeos y asiáticos, continuar con nuestros machos monteses, atreverse una vez más con el Pamir, y siempre nos quedará Paoland.
Nunca seremos espejo de los que vienen detrás
Sobre los que vienen detrás, nunca seremos su espejo, vivimos otros tiempos (que no volverán), y no nos podrán imitar, la enorme facilidad técnica que se ha desarrollado en las comunicaciones personales, fundamentalmente a partir del segundo decenio del siglo XXI, hacen que la información (tanto la buena como la mala) ya no sea patrimonio de nadie. Acaso si lo siga siendo el conocimiento, pero esta virtud para muchos debe de carecer de valor de modo absolutamente equivocado.
Pero el mundo gira aún sin nuestro permiso, ni podemos ni debemos pensar en pararlo y sumaremos otras nuevas temporadas, seguiremos escribiendo, y aún cazando a pesar del tiempo, la política nefasta o los años.
¡¡En 2023 contaremos contigo!! Una temporada más