Campos de corzos desnudos en la madurez de la primavera. Caminos sin huellas, paisajes ausentes de su pequeña y cervuna figura…
Recechos sin otros ladridos que los del mastín, pastor del vacuno rebaño.
La mosca y sus consecuencias, no todavía. Lobos o amigos de lo ajeno ordeñando el monte, colegas que le extraen hasta la última gota…, no lo sé.
Paseos sin esperanza
Soledad que mina la moral y apaga la ilusión. Paseos sin esperanza, sacrificio inútil de la vida familiar que rebaja aún más la minada confianza.
Kilómetros recorridos sin la llama de lo incierto porque cada metro andado parece confirmar la única certeza: aquí no hay duendes.
Doce días he pasado tras ellos y, hasta el momento, tan solo algunas hembras y crías del año anterior he podido ver. Algún vareto descarriado que difícil misión ha de tener si de él depende el porvenir de la especie en estas 900 hectáreas.
Los precintos marchitaron mi cartera en abril y con mayo se esfumaron la fe y las fuerzas. Pagamos los precintos a la sombra estirada del nombre de la provincia, como si no cupiera en ella desierto alguno. Como si todo fuera igual de frondoso, en términos de densidad de animales, pero de todo hay en la viña… y no es todo bueno, ni tan siquiera regular.
Sueños desvanecidos
El campo destapa los embustes al tiempo que reconoce la honestidad y el compromiso. Es así de generoso, sólo es cuestión de tiempo.
Mi incredulidad supera la enorme belleza de un sotobosque de verdes prados salpicados por espinos en flor y algún que otro roble aislado. Un día más sin divisar un solo ejemplar de Capreolus convierte este atractivo oasis en terrero baldío.
Sueños desvanecidos, ecos de ladridos que llegan desde el inaccesible valle alentando un quizás, un tal vez o por qué no, un…, pero los días transcurren sin nada que alimente la posibilidad de un encuentro y, aún, no he vivido otras circunstancias que motiven que el relato sea diferente.
Desengaño
Tal vez necesite un milagro. Tal vez el paso de los días cambie el escenario, se levante el telón y aparezca en escena el actor principal ¡Quién sabe! El que no se consuela es porque no quiere.
La RAE dice de «desengaño»: Conocimiento de la verdad con que se sale del engaño o error en que se estaba.
Aún hay tiempo y la esperanza…, ya saben, lo último que se pierde
Cotos, precintos y desengaños, por Ángel Luis Casado Molina
www.librosdecaza.es / [email protected]