Por entre caminos polvorientos y resecos montes ya se escuchan sus voces. En el imaginario de cualquier ideal van tras el celo de las hembras que comienza a despertar.
Ideal o ideales que no borran ni este mal tiempo de sequía ni tempestad alguna que pudiera ir anunciando un húmedo otoño que no se ve llegar. Y como el calor afecta el discurrir del celo, la berrea puede apagarse antes incluso de empezar, permaneciendo oculta y muda, en la oscuridad del bosque, que dispara la intriga de todo lo que sucede bajo su abrigo.
Se dirime la propia subsistencia de la especie
La noche será cómplice compañera; el calor y las moscas, su mayor pesadilla.
La berrea aguarda un largo año para acometer un breve pero exigente camino, porque lo que se dirime es la propia subsistencia de la especie.
El esfuerzo diario consumirá las energías del venado que, además de ir cubriendo a las hembras, habrá de vigilar y guardar el harén, no cejar en marcar el territorio tanto de orines como frotando aquí y allá la cuerna, medir fuerzas con otros machos y pelear con aquel o aquellos que pretendan semillar descendientes en los mismos dominios. El instinto animal se reduce prácticamente al apareo, lo que le dejará claramente expuesto a predadores.
Frenesí hormonal
El monte rezuma un frenesí hormonal exhibido sin disimulo. Y esa pasión del campo acrecienta la emoción de vivirla, de disfrutarla, porque permite localizar ejemplares desconocidos, contemplarlos en la intimidad, acortar distancias y, si toca cazar, hasta ¡poder elegir! será posible.
La brama resuena atravesando la sierra, reclamando los venados un liderazgo, que está por resolver. Desafiantes, claman por hembras desde el amanecer al ocaso y, con mayor fuerza, durante la noche, en cuyo silencio se magnifican los berridos.
Llega la berrea
Voces que envuelven el paisaje que la encumbran, despertando sensaciones a quienes las siguen y escuchan, es, resumido, la berrea.
La naturaleza nos sorprende con espectáculos que, no por conocidos, dejan de ser realmente únicos, de los que calan hondo.
Despacio asoma, a lomos de la nostalgia de otros años viene.
¡Llega la berrea!
Llega la berrea, por Ángel Luis Casado Molina / www.librosdecaza.es / [email protected]
Fotografías venados berreando: Rubén Báez Agudo