Las olas rompen en mis oídos y el olor a mar me inunda la nariz; el cazador está feliz viendo disfrutar a su familia en la playa, tumbado en la arena, recordando el descanso sobre la hierba en la alta montaña durante el rececho tras los rebecos, por lo similar de la postura y el placer que provoca.
Parecido es, ¡¡¡jaa!!!
En brazos de Morfeo
Pero como no solo de cazar vive el hombre, de cuando en cuando toca salir del campo, así que desde el relax en el que me encontraba no tardé demasiado en recibir la visita del mismísimo Morfeo…
… Tras las migas y el sorteo ya estamos en el puesto, esperando la llegada de los perros y la suelta.
Se han escuchado tiros por la cuerda, parece que el día se va a dar bien. Pronto me sorprende el entrechocar de piedras en la cercana pedriza y, al momento, salta una cierva al cortadero que, de una larga zancada, lo deja atrás y, engullida por el monte, desaparece. No pasan ni cinco minutos cuando de nuevo oigo un ligero rodar de piedras. Me preparo porque algo viene por los pasos de la anterior y antes de llegar a girarme rompe el guarro como una exhalación. Me aplico y le suelto dos mandamientos que no dudo haya acatado. ¡Puede ser el cochino de mi vida!
Espero a que suenen las caracolas llamando a recogida para averiguar qué ha ocurrido cuando comienzo a oír un rumor cada vez más cercano…
Creo que me he quemado. Adormilado aún dirijo la mirada por entre la axila y alrededor veo un mar de sombrillas
«¡¡¡Al rico coco frisqui virisqui, que cuanto más frisqui más risqui!!!», una y otra vez, y a voz en grito.
Me escuece la espalda y tengo arena hasta en lo más oscuro del cuerpo. ¿Y las caracolas?, pero ¿qué fue del marrano?
Creo que me he quemado. Adormilado aún dirijo la mirada por entre la axila y alrededor veo un mar de sombrillas y a más gente que en todas las monterías de la temporada. El autor de mi despertar lleva el cuerpo tuneado y sigue gritando lo frescos que tiene los helados. Mientras se aleja se va achicando su figura. ¡Tanta paz lleves…!
La subida de la marea llevó mis chanclas y me trajo el aviso de que había que ir recogiendo.
Me levanto pensando que dónde estén unas buenas botas se quiten las chanclas y… ¡¡¡hasta la playa!!!
Sean felices y disfruten. No importa el lugar, pero si es con un buen libro, ¡mejor!